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Al Cristo de la Buena Muerte – Manuel García Romero

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¡ Martes Santo!… Jesús: La tarde hiriente
me ofrece tu dolor crucificado,
como un lirio de amor que se ha mustiado
rendido de sufrir pacientemente.

Estático en la Cruz yaces pendiente
cuando tu haber se ha consumado.
¡Ya no sangra el clavel de tu costado,
ni tus ojos se entornan suavemente!…

Pero tiene tu rostro tal ternura,
tu cuerpo en rigidez tal donosura,
que pareces vivir sobre lo inerte.

Con razón el autor que te tallara,
díjote al contemplar tú dulce cara:
¡Tú eres el Cristo de la BUENA MUERTE !…

A la Virgen de la Estrella – Manuel García Romero


¡ Estrella de la mañana !…
¡ Estrella que maravilla !…
¡ Sol y Estrella de Sevilla !…
¡ Bella Estrella de Triana !…
 
¡ Estrella que el alma humana
va repartiendo a raudales
sus ternuras celestiales,
y uniendo los corazones,
haces brotar oraciones
en la fe de los mortales.
 
En la fe de los mortales
afloran lirios, claveles,
de los más bellos vergeles
con sonrisas celestiales.
Tus miradas maternales
-plenas de gozo y tristeza-
con su maternal grandeza
nos cautivan dulcemente
cuando pasa por el Puente
la rosa de tu Pureza.
 
La rosa de tu Pureza
perfumada por la brisa
del Parque de María Luisa
se prendó de tu belleza.
La madrugada te reza
con su plegaria sencilla,
y al volver a tu capilla,
la saeta se desgrana
que la Estrella de Triana
se paseó por Sevilla.

Dios, el mar y yo frente a frente – Manuel García Romero

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Estoy mirando al mar que me pregona
la inmensidad de Dios, y en su lenguaje
el rugiente baiben del oleaje
salmos de admiración a Dios entonan.

Redondo el astro sol se desmorona
dejando tras de si rojo celaje
la noche pone velos al paisaje
y el cielo de luceros se tachona.

¡ Sublime soledad !… ¡ El mar y el cielo !
-prisioneros los dos de un mismo anhelo-
se abrazan en la incierta lejanía

¡ Siento cerca al Creador !… ¡ Su voz me llama !
y en tanto que mi Fe de amor se inflama,
mi corazón palpita de alegría
.

El GRAN PODER de Sevilla – Manuel García Romero


Madrugada del viernes pasionero
por Sevilla camina lentamente
Jesús del Gran Poder
sangre en su frente
sangre en sus pies
y sangre en el madero
que abraza con dolor humildemente.

Las espinas clavaron su cabeza
tristes lleva sus ojos enturbiados
los pómulos grisáceos desgarrados
y en sus labios resecos e inflamados
se marchita el clavel de su belleza.

La luna en plenitud de paracebes
ilumina su andar emocionada
y el estallido azul de la alborada
le imprime su temblor de brisa leve
al roce de su túnica morada.

Sobre un monte de lirios ateridos
va dejando las huellas de sus pasos
aquellas que a la luz de otros ocasos
recordaron sus trágicos fracasos
a un mundo sin piedad lleno de olvidos.

A un mundo sin amor que no comprende
la lección redentora del calvario
y la inmensa verdad del ideario
que como cirio de pasión se enciende
para alumbrar su hermoso evangeliario.
Pero Sevilla que su fe proclama
en esa madrugada pasionera
y cada viernes en su templo espera
por sus divinos favores lo venera
por ser su GRAN PODER
que tanto ama.

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