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Cristo de San Juan de la Cruz – Salvador Dalí realizado en 1951


Cristo de San Juan de la Cruz es un famoso cuadro del pintor español Salvador Dalí realizado en 1951. Está hecho mediante la técnica del óleo sobre lienzo, es de estilo surrealista y sus medidas son 205 x 116 cm. Se conserva en el Museo Kelvingrove, en GlasgowReino Unido.


La originalidad de la perspectiva y la habilidad técnica a la hora de pintar el cuadro lo han hecho muy popular, hasta el punto de que en 1961, un fanático realizó un acto vandálico contra él de poca gravedad. Durante la década de 1950, el artista volvió a recurrir varias veces al tema de la crucifixión. Un ejemplo es el Corpus hypercubus, pintado en 1954. Para pintar este cuadro se basó en las teorías contenidas en el Discurso sobre la forma cúbica del arquitecto del siglo XVI, Juan de Herrera, responsable del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

Dalí tomó al famoso doble de Hollywood, Russ Saunders, como modelo para pintar a Cristo, aunque hay quien afirma que el artista tomó como modelo en realidad al trapecista Diego Schmiedl.

Dalí se inspiró de un dibujo del místico San Juan de la Cruz conservado en el convento de la Encarnación de Ávila,​ y en una imagen que decía haber soñado de un círculo dentro de un triángulo. Esta figura, que según él era como el núcleo del átomo, era similar al dibujo del monasterio, así que decidió usarla en el cuadro.

El paisaje en calma se inspira en Port Lligat y en un dibujo de Velázquez para la rendición de Breda. Los pescadores están inspirados en una pintura de Le Nain.


Historia

La pintura y sus derechos de propiedad intelectual fueron adquiridos para la Glasgow Corporation en 1952 por Tom Honeyman, el entonces director de los museos de Glasgow (Escocia). Honeyman compró la pintura por 8.200 libras, un precio alto en la época, que incluía sus derechos, lo que ha devuelto a los museos de Glasgow su precio multiplicado varias veces.​

Su compra fue motivo de controversia e incluso hubo una petición para evitarla, presentada por estudiantes de la Escuela de arte de Glasgow al Ayuntamiento argumentando que el dinero debía invertirse en un espacio expositivo para artistas locales.​ A pesar de todo, la controversia hizo que Honeyman y Salvador Dalí se hicieran amigos, escribiéndose durante años tras al adquisición.​

La pintura se exhibió por primera vez en el Museo Kelvingrove el 23 de junio de 1952. En 1961 un visitante lanzó una piedra a la pintura y rasgó el lienzo con sus manos.​ La obra pudo ser restaurada con éxito meses más tarde por conservadores del museo y volvió a mostrarse al público.​ 

En 1993, la pintura fue trasladada al Museo de Arte y Vida Religiosa de San Mungo, aunque regresó a Kelvingrove tras su reapertura en julio de 2006. La pieza ganó una encuesta en la que se decidía la pintura favorita de Escocia en 2006, con un 29% de los votos.


Descripción

La pintura muestra a Jesús crucificado, tomado en perspectiva y visto desde arriba, cuya cabeza, mirando hacia abajo, es el punto central de la obra. La parte inferior del cuadro es un paisaje apacible, formado por la bahía de Port Lligat. Abajo a la derecha, dos pescadores se afanan en el pequeño puerto. Ambos son en realidad pintores famosos retratados por Dalí. Entre Cristo y la bahía se interponen unas nubes de tonos místicos y misteriosos, iluminadas por el resplandor que emana de la cruz y de Cristo. La obra simboliza al Cristo Redentor. El fuerte claroscuro sirve para resaltar la figura de Jesús y provocar un efecto dramático.

Cristo es representado de forma humana y sencilla. Tiene el pelo corto, muy distinto a las representaciones clásicas de Jesús con el pelo largo, y tiene una posición relajada. El letrero en la parte superior de la cruz donde se dice que se colocaron las iniciales INRI, está representado con una hoja de papel pequeña y doblada.

Dalí utilizó un trapecista profesional como modelo para pintar a Cristo. Cabe señalar que Cristo no está herido ni está clavado a la cruz; no hay llagas ni heridas ni mucho menos sangre. Parece que flota junto a la cruz.

Esta es posiblemente, la obra más humana y humilde que se ha pintado sobre la Crucifixión de Cristo. Aunque, también, podríamos afirmar que la perspectiva del observador que ve a Cristo desde arriba, es decir desde donde podría verlo Dios Padre, coloca al artista en ese papel.

Cualquiera que fuese la interpretación, en este u otro sentido, es innegable la originalidad y espectacularidad del resultado.

La Sexta Angustia, también conocida como La Piedad


La Sexta Angustia, también conocida como La Piedad, es un conjunto escultórico realizado en 1616 por el artista Gregorio Fernández, conservado en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid desde mediados del siglo XIX. Esta obra constituye una de las piedades más conocidas de Fernández, quien dedicó cinco de sus trabajos a este tema.


Historia

El conjunto formaba parte de un paso procesional que el escultor entregó el 22 de marzo de 1617 a la Ilustre Cofradía Penitencial de Nuestra Señora de las Angustias de Valladolid.​ Este conjunto estaba originalmente formado por la imagen de la Virgen junto a Cristo muerto; los dos ladrones (Dimas, el Buen Ladrón, y Gestas, el Mal Ladrón); y otras dos figuras: San Juan y María Magdalena, las cuales se conservan en la cofradía y, por tanto, ya no se exhiben junto al resto del conjunto.

Pese a la inexistencia de documentos relativos al encargo, sí se conserva en los libros de cuentas de la cofradía, los cuales fueron publicados por el historiador Esteban García Chico en 1941, una carta de pago en la cual figuran 28 reales destinados a los hombres que efectuaron el traslado, en 1617,​ del conjunto escultórico desde el hogar de Fernández hasta la iglesia al que estaba destinado, además de un pago en concepto del oro adquirido para peletear los cabellos de Cristo, San Juan y la Magdalena, y el gasto asumido por los nervios para poder encolar las uniones de la madera. En dicha carta se menciona también el pago de 60 reales a Marcelo Martínez en concepto de policromía así como la cantidad destinada a Hervás García por la fabricación de los ojos de cristal de las imágenes.

En el libro nuevo de cabildos de la cofradía iniciado en 1618 se documentan, entre otras, las procesiones relativas a los años 1620, 1623 y 1625, en las cuales aparece La Piedad, a la que se menciona como el paso del Descendimiento. Antonio Ponz tuvo ocasión de contemplar el conjunto en la entonces Capilla de la Piedad, emplazada junto a la cabecera de la iglesia, en el evangelio, si bien las figuras de María Magdalena y San Juan ya se hallaban ubicadas en dos hornacinas laterales en la Capilla de la Virgen de las Angustias, inaugurada en 1710.

El conjunto salió en procesión hasta 1924, cuando se decidió no volver a sacarlo debido al deterioro que presentaba. Tras ser la obra restaurada en 1991, las figuras de San Juan y María Magdalena volvieron a procesionar, no saliendo el resto de imágenes por orden del Arzobispado dado que la Cofradía de la Piedad ya poseía una talla la cual representaba dicha escena. No obstante, desde 2007 las figuras de los dos ladrones salen en procesión junto con la cruz desnuda de Cristo.

De acuerdo con la hipótesis planteada en 1986 por el conservador de museos Luis Luna Moreno, originalmente la imagen de la Virgen y Cristo estaría colocada en el paso procesional entre las figuras de los dos ladrones, las cuales estarían colocadas a la misma altura, hallándose las tallas de San Juan y María Magdalena a derecha e izquierda respectivamente, con San Juan mirando la cruz donde Cristo acababa de ser crucificado y la Magdalena contemplando a la Virgen aferrando el cuerpo de su hijo.


Descripción

La primera descripción de la obra fue aportada por el historiador Manuel Canesi Acevedo, quien al hacer mención a la procesión de las Angustias del Jueves Santo del año 1750 se refiere a este conjunto como un Cristo en el regazo de María tras descender de la cruz con los dos ladrones en sus cruces.

La Virgen aparece dirigiendo la mirada al cielo, mostrando una ligera expresión de desaprobación o reproche acentuada por la mano derecha la cual se alza inquisitiva. Por su parte, la imagen de Cristo, en vez de estar sostenida por su madre, creando la tradicional estructura piramidal impuesta por la Piedad de Miguel Ángel,​ aparece resbalando por el regazo de su madre a pesar de que esta lo agarra firmemente con la mano izquierda, lo que provoca la ruptura de la estructura piramidal típica de estas representaciones y deja que la mitad inferior del cuerpo de Cristo descanse en el peñasco sobre el que se erige el conjunto. Las principales características de la técnica de Fernández se hallan presentes en la obra, como la existencia de profundas angulosidades en las telas de los ropajes y un marcado naturalismo presente en los cuerpos, sobre todo en el de Cristo, en el que se perfilan los huesos y los músculos.2​ En lo relativo a la figura de María, los pliegues de sus ropajes poseen un profundo modelado el cual crea un destacado efecto de clarooscuro. Estos pliegues, rígidos y ligeramente acartonados, muestran una clara influencia flamenca.2​ Según el historiador de arte Ricardo de Orueta:

No cabe duda de que ha querido dar más flexibilidad y más finura a la toca de la Virgen y al sudario de Cristo que al manto y a la túnica…, sin que haya más diferencia que una mayor delgadez en los pliegues de los primeros y una mayor abundancia de quebraduras. La única tela que sabe [hacer], y no bien del todo, es la de lana, y muy gruesa… y cuando trata de hacerla más fina… le resulta papel u hojalata.

Junto a la figura de la Virgen y Cristo se hallan las imágenes de los dos ladrones. Estas esculturas, tradicionalmente atribuidas a Pompeo Leoni, fueron asignadas a Fernández en 1804 por el historiador Isidoro Bosarte.​ Con el fin de dotar de claridad a la narrativa mostrada por el conjunto, el escultor impuso diferentes posturas y manifestaciones corporales a cada uno: de este modo, el Buen Ladrón, con el pelo corto y ordenado, tiene la cabeza y el cuerpo, cubierto en parte por un paño de pureza blanco con franjas rojas, ligeramente inclinados en dirección a la figura yacente de Cristo, mientras que el Mal Ladrón, con el cuerpo en una marcada tensión, el cabello alborotado, el ceño fruncido, la boca abierta y la lengua fuera, aparta el rostro de la escena, mostrando dos cortes en la pierna izquierda.

​ En lo que respecta a las figuras de San Juan y María Magdalena, atribuidas a Fernández por el arquitecto Juan Agapito y Revilla, la primera, con túnica roja y manto verde oscuro, sujeta en la mano derecha la corona de espinas mientras la segunda, con túnica marrón sujeta con cinta, manto verde y banda cruzando el pecho, porta en la mano derecha un cáliz y en la izquierda un pañuelo con el que se seca las lágrimas.

Respecto a los materiales, las imágenes están realizadas en madera policromada, quedando los defectos de las tallas cubiertos por el embolado, consistente en una mezcla de yeso y tela. Por su parte, los ojos de las figuras son de cristal, las uñas de asta y los dientes de hueso, todo ello con el fin de aportar el mayor grado de naturalidad posible.

En lo relativo a la policromía, esta fue encargada a Marcelo Martínez y la misma data de 1617. La figura de la Virgen porta una túnica roja, un manto azul y un paño blanco cubriéndole la cabeza, mientras que en la imagen de Cristo predominan tonos de color mate en los que destaca el color rojo de la sangre que emana de sus heridas, presente, además de en la frente, en manos, pies, rodillas y piernas.

El Descendimiento – Domingo Valdivieso y Henarejos

El Descendimiento

«Era el día de preparación. Así que al atardecer, José de Arimatea, miembro distinguido del Consejo, y que también esperaba el reino de Dios, se atrevió a presentarse ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Pilato, sorprendido de que ya hubiera muerto, llamó al centurión y le preguntó si hacía mucho que había muerto. Una vez informado por el centurión, le entregó el cuerpo a José. Entonces José bajó el cuerpo, lo envolvió en una sábana que había comprado, y lo puso en un sepulcro cavado en la roca. Luego hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro. María Magdalena y María la madre de José vieron dónde lo pusieron.» [Evangelio de San Marcos, cap. 15, vers. 42-47.]

Cristo de la Reconciliación (Candelaria)


El Santísimo Cristo de la Reconciliación es una imagen de Jesucristo crucificado de gran calidad artística, hecha en madera policromada por el escultor sevillano Ricardo Rivera Martínez en 1936. Preside la capilla que lleva su nombre en la Basílica de Nuestra Señora de la Candelaria, situada en el municipio homónimo, en la isla de Tenerife (Islas CanariasEspaña).

Características

Según los expertos en arte, es uno de los Cristos crucificados con más realismo de España, dado el grado de dolor que refleja su cara y su increíble calidad artística. Es además, considerado como uno de los mayores tesoros artísticos de la Basílica de Candelaria. La imagen es de los llamados «Cristos sindónicos» es decir, aquellos que se basan parcial o totalmente en la Sábana Santa de Turín (Italia). En el Cristo de la Reconciliación este hecho queda patente sobre todo en la colocación de los clavos en las muñecas de las manos en vez de en las palmas de la misma.

Es una imagen única de Cristo en Canarias, ya que sigue el más puro estilo andaluz y representa a Cristo aún vivo retorciéndose en una cruz cilíndrica en forma de tronco de árbol. A pesar del grado de dolor que refleja la obra, de sus heridas apenas manan unas pequeñas hileras de sangre y unas magulladuras en sus hombros. Sus músculos y venas están bien marcados, por lo que el Cristo es asimismo considerado como una obra maestra de anatomía.

La espectacular talla se encuentra en la Capilla del Santísimo Cristo de la Reconciliación, bendecida el 19 de abril de 1996 y que es la capilla penitencial de la Basílica, dedicada a las confesiones.1​ De ahí le viene su advocación, puesto que según la Iglesia católica, el acto de la confesión es un acto de reconciliación con Dios. La capilla es sombría al contrario que el resto de la Basílica, en la que destaca su luminosidad. El Cristo aparece iluminado por un foco de luz que resalta su anatomía y las congestiones de la tortura, por lo que la escenografía causa un sentimiento conmovedor en los creyentes. Esta capilla y el Cristo es muy visitado por los fieles.

El Santísimo Cristo de la Reconciliación es la única talla religiosa que se venera en la Basílica tras la propia imagen de la Virgen de Candelariapatrona de las Islas Canarias.


Procesión

Si bien la imagen del Cristo no fue originalmente realizada para procesionar, sin embargo, debido a la devoción popular que despierta, comenzó a salir en procesión en la primera década del siglo XXI en Semana Santa.

Inicialmente salía en la tarde del Viernes de Dolores alrededor de la Plaza de la Patrona de Canarias en un sencillo pero solemne Via Crucis. Desde el año 2014, se trasladó el día de su procesión a la tarde del Viernes Santo realizando el mismo itinerario y acompañado por la imagen de la Virgen de los Dolores de la Parroquia de Santa Ana de Candelaria. Para esta ocasión, el Cristo es colocado recostado en unas andas procesionales de madera y hierro.

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